lunes, 11 de febrero de 2008

AutoChivo


Vuelto de las cortas vacaciones me permito el autobombo. Se suma un blog más (si, me pintó el cyber). Pegate una vuelta, pegá y date vuelta, volvé y pegá.

http://trauma-topo.blogspot.com/

viernes, 11 de enero de 2008

El hombre de la estrella

El calendario maya dice que soy Estrella Cósmica, que "trasciendo el arte y perduro con el fin de embellecer". Dos características que cualquiera que las posea se sentiría reconfortado y orgulloso, seguro de sí mismo. Más aún si la persona en cuestión intenta/espera/pretende dedicarse al arte.

Pero qué pasa si uno siente que no encuentra el arte, no lo puede traspasar, no puede entrar a ese mundo, no puede romperlo, ni moldearlo, ni cambiarlo, ni nada.
No poder entrar al mundo que uno anhela. Esa es la cuestión. Ser o no ser. Ese es el miedo, NO ser.
Uno, como persona, como estrella cósmica o como lo que sea, busca el mundo donde más cómodo supone que va a estar. Viaja mundos, prueba mundos, consume mundos, histeriquea mundos, ama mundos, odia mundos, crea mundos y los rompe. Los trasciende. Llegará el día en que nuestra estrella se pose en un cielo donde todo sea claridad y brillo. NUESTRO cielo.
Para llegar a él y luego trascender el arte hay que desquitarse de los viejos mundos, donde abundan los miedos ("The same old fears" dijo Floyd), las estructuras y la modorra. Hay que sacudir la cabeza y que caigan como la caspa.
Ahí vamos entonces. Dejando atrás la caspa y la estela de nuestra estrella.
Hasta la vuelta, siempre.

miércoles, 2 de enero de 2008

Historias del Otro Lado del Mundo (Japón)


El canto de un pájaro te despierta. Te refregás los ojos con las manos y bostezas. Otro pájaro se suma al canto. Estas un poco dormido todavía. Se siguen sumando pájaros. La bandada coral te empieza a molestar y salís de la habitación, los buscas con la mirada. Pretendés espantarlos de un susto y no ves nada. Te acercás al mar y el susto te lo llevas vos. No hay pájaros, hay peces que te cantan desde abajo del agua. Son muchos y te molesta el silbido, les tiras una piedra y se escapan. Te agachas y mojas un poco tu cara. El agua arde. Te percatás de que tenés un pez colgado de la nariz cacheteandote con la cola. Lo sacas con la mano y lo tiras al agua. Los peces se vuelven a juntar y empiezan a acercarse a la orilla, agarras una piedra, una más grande que la de antes y la tiras. Le pegás a uno pero no se va, se sigue acercando. Los peces empiezan a salir del agua y mientras tocan la tierra le salen piernas y brazos. Corrés hacia la casa y te vestís desesperado. Golpes en la puerta. No sabes en donde meterte y te escapas por la ventana. Corres. Lejos de los peces enanos con brazos y piernas. Los peces te persiguen. Cada vez estas más asustado, así que corres. Otra vez en un país que no conoces. Te metes la mano en el bolsillo y manoteas una granada. Se la lanzas a los peces y cerrás los ojos para no ver la explosión.
El romper de las olas te despierta cerca de la orilla del mar. Miras para todos lados y no reconoces nada. Sacudís la tierra que tenes en el pelo y se cae algo brilloso, miras y es una aleta. Te reís, te morís de risa. En un instante todo se oscurece. Miras el cielo y esta despejado, empezás a sentir un olor fuerte, rancio. Te das vuelta. Hay una ballena de cincuenta metros, con brazos y piernas, parada al lado tuyo. Sobre la ballena ves un punto rojo. Entrecerras los ojos para hacer foco mientras la ballena levanta su pata en dirección a vos y lo ves ahí, sentado sobre el lomo, el hijo de Porcel que te grita “Bienvenido a Japón, forastero.”

martes, 18 de diciembre de 2007

Historias del Otro Lado del Mundo (Cataluña - España)

“¿Y si busco la paz en el mar? El agua y las olas me tratarán mejor.”
Con ese pensamiento arrancás el día. Das vueltas en tu cama y pones el pie en la tierra.
Los elementos ya los tenés. Gorro, sombrilla, bronceador, traje de baño y chicle globo.
Lo más importante es el chicle, la goma de mascar con olor a fruta.
Tomás aire, inflás el pecho y caminás.
Un paso, una mordida al chicle. Otro paso, otra mordida, así se deshace en tu boca y la arena debajo de tus pies.
Te encontrás un aguaviva en tu camino. Sin saber por qué te llama la atención y quedás inmóvil ante ella. Lo único que se te ocurre hacer es patearla.
La esfera transparente se dirige hacia otra igual a ella.
Al chocarse, una reacción en cadena es provocada y cuando te das cuenta miles de aguasvivas ocupan el suelo y se chocan entre sí.
La violencia de las pelotitas te genera miedo y pensás que no vas a llegar nunca. Son 200 metros cubiertos por liquidas esferas con la pasión de un temblor en el suelo.
El mar te espera cálido y calmo, y vos, imposibilitado de llegar.
¿Saltás? No. Imposible esquivar esa cantidad sin que una no te roce la pierna.
¿Te hundís en la arena y llegás a destino como por un túnel? Tampoco. ¿De donde sacarías una pala para cavar?
Es la hora. No tenías pensado que sea tan pronto pero no queda otra.
Mordés el chicle con velocidad. Mandibuleas hasta el dolor. Te esforzas. Respirás hondo y soplás. Un globo sale de tu boca, en 12 segundos lográs que siga intacto y gigante. Más grande que tu cabeza. 5 segundos más y 5 centimetros más de globo.
Ahora si. Estás listo. Un envión y las aguasvivas te miran desde abajo. Flotás y te dirigís sin interrupciones al mar.
Al fin el mar.
Una vez en el aire te das cuenta que no fuiste ingenioso. Eso ya estaba inventado.
Un hombre está igual que vos, colgado de su propia goma de mascar.
Él te observa. Abre la boca para soltarse de su globo y mientras cae, él, el mismísimo hijo de Porcel te grita: “Bienvenido a Cataluña, forastero”