lunes, 8 de octubre de 2007

El Arte de las Musas: Parte I

(Estudio Musicológico para la Preservación de la Raza Humana)

Tiene que llegar el día que sea posible conocer a una persona en base a la música que escucha.
Cada persona tiene la "banda sonora" de su vida. Imposible que me digan que no, que no tienen. Y si existe la persona que NO escucha música...bueno, esa será su banda sonora, el silencio, los sonidos de unos pajarracos, el caño de escape y la puerta que se abre del bondi que se toma para ir al trabajo, el choque de las monedas, el teclado gastado del trabajo de oficina, el rechinar de la silla mugrosa donde se sienta, el ronroneo del gato que da la bienvenida al llegar a casa, y muchos etcéteras más.
Los que si escuchan, sienten y respiran la música son especímenes a los que se les puede realizar un "análisis musicológico" de acuerdo con su discoteca. Es un análisis que requiere seriedad, compromiso, el despojo total de prejuicios y por sobre todo, quitarnos ya de la mente la idea y el concepto de asociar inmediatamente a la música de un ritmo lento y delicado con la depresión y la soledad; y en contraposición, la música pachanguera y al palo con una persona que es feliz y sin problemas.
Si respetamos esos preconceptos entonces estamos en condiciones de empezar el análisis. Comenzando desde la más tierna edad (qué escuchaban sus padres, qué le hacían escuchar desde afuera de la panza donde estaba encerrado el sujeto y qué canciones le cantaban para que duerma), siguiendo con su niñéz (donde se conectará mucho lo escuchado por el sujeto con los gustos de sus mayores), pasando por la adolescencia (la búsqueda constante de un estilo, un lugar musical donde identificarse, el paso por variadísimos ritmos y formas de vida), la juventud (explosión total de experiencias musicales y afianzamiento de los gustos y elecciones), la adultez (exquisites en las elecciones y paulatino rechazo a gustos anteriores) y al fin, la ancianidad (análisis de la última canción, el último acorde escuchado y disfrutado por el sujeto antes del sueño eterno).
Llegaremos así a la conclusión de que los humanos se encuentran en constante modificación y alteración. Y las músicas escuchadas marcan los caminos a seguir para la personalidad de estos seres. La música es un punto de contacto, es tener algo en común con el otro (no existen almas gemelas si no comparten siquiera un disco), la música genera las tribus urbanas y las degenera también. Las canciones son anclajes a la realidad y contacto con los demás. Y a la vez todo lo contrario: son vuelos de unos 5 minutos a otras realidades y el contacto más certero con uno mismo.

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