lunes, 26 de noviembre de 2007

Historias del Otro Lado del Mundo (Perú)

Energía de oro. Oro en polvo molido. Oro en polvo comido.

Comido como condimento. Condimento de papa y zapallo. De agua y garbanzo.
Asco, hambre y dolor.
"¿Para qué seguir caminando?", pensás.
"¿Para qué seguir sangrando?". Te detenés. "¿Para qué?".
"¿Sirve de algo?". Si, sirve. Si dejás de caminar en este tramo podés morir de hambre, de sed, o peor aún, de soledad.
Eso de la soledad te recuerda porque seguís. Caminás para no estar solo, para encontrar...
Caminás para encontrar.
Adelante, ruinas. A tus costados, ruinas. Ruinas pisás y en ruinas entrás.
Una cueva sola y seca. Gris y aburrida.
Das largos pasos sin dudar. Una vez más no pensás lo que hacés en el momento. Así buscás el destino. Pero no es eso lo que encontrás. El gran agujero negro no te da escapatoria y un fuerte viento te despeina. Ya no ves negro y ya no buscás nada. Te ves a vos mismo jugando con una canica, besando una niña con trenzas y comiendo una torta hasta reventar. Vuelve el negro. Sentís humedad. Tus pies tienen agua. Te mirás. No. Tus pies están llenos de sangre. Estallaron y ahora te desangrás entre los recuerdos.
Un beso en la frente te refresca. No es la niña de trenzas. Es el hijo de Porcel, que mientras te abraza te dice: "Bienvenido a Perú, forastero."

1 comentario:

lexi dijo...

estuve en ese lugar hace muchos años, suerte q no me lo encontré a Jorgito!!!! q miedo!!!!!!